lunes, 29 de octubre de 2012

Between the Buried and Me - The Parallax II: Future Sequence (2012)

Una de las bandas más seguidas por este blog sin duda alguna ha sido Between the Buried and Me, en parte por el fanatismo desmedido de este melómano incorregible, que celebra cualquier forma y presentación que exalte el pensamiento crítico, creativo y artístico. Y con esta banda no es para menos.

Desde aquél hermoso año del 2007 en el que escuché por primera vez Colors y quedé perdidamente enamorado de la propuesta estética de esta banda supe que se estaría hablando de ellos en los círculos del progresivo por muchos años. Ese disco en especial fue una obra maestra:
"¿Qué es Colors finalmente? Una canción de sesenta y cinco minutos, una obra conceptual excelsa, una obra de arte más allá de las ataduras del género o géneros que se le quieran poner a esta banda. Un disco que merece ser escuchado."
Luego llegaría su quinto disco de estudio, The Great Misdirect, disco al que critiqué por no ser perfecto como su predecesor, "porque una vez lograda la perfección, no se debe aceptar nada menos que eso". 

Luego el año pasado entregarían un EP, titulado "El Paralaje: Diálogos del Hipersueño". Este disco compuesto de tres canciones, siguió la línea de repetir fórmulas probadas y complacer a los seguidores. Siento que el propósito del estrenar estas tres canciones en dicho formato no fue otro que el sacar material para no perder hype. Quisiera aclarar, no son canciones malas, al contrario, el punto es que no se veía a la banda salir de su zona de confort, creativamente hablando (si es que eso tiene sentido).

A principios de este mes salió el más reciente LP de la banda, "The Parallax II: Future Sequence", un disco de más de setenta minutos que continúa con el concepto presentado en el EP. El disco abre con "Goodbye to Everything", con la voz de Tommy en su faceta melódica y además con un efecto de capas, quien se cuestiona sobre el estado de su conciencia a través de la letra, mismo que hará durante el resto del disco con una excelencia narrativa envidiable . De ahí el disco arranca hacia un viaje increíble a través de la mente y la percepción; las guitarras con el sello característico de Paul y el estrepitoso growl de Tommy —quien parece tener una garganta naturalmente apta para este estilo de canto— no podían estar ausentes


 La música de BTAM siempre ha dependido del punto de percepción del escucha, sin duda desde un cierto ángulo serán sonidos cacofónicos, estrepitosos y hasta molestos; y desde otro punto de percepción es la sublimación de las emociones todas en una aventura musical que embelesa el alma. Este disco no es la excepción, además de que regresan a la experimentación en sus composiciones y arreglos, y eso es algo que se agradece. No queremos verlos estancarse.

Para los que aún tenían dudas sobre la condición de Paul Waggoner como el mejor guitarrista contemporáneo, este disco los tendrá entretenidos un buen rato, ya sea para maravillarse con lo proficiente de su técnica y su creatividad como compositor, o para buscar qué criticarle (aunque dudo que objetivamente encuentren algo).

Sin más, aquí está el disco completo en una calidad aceptable:


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domingo, 21 de octubre de 2012

Kent - Jag är inte rädd för mörkret (2012)

Kent es, por derecho propio, la más importante banda de rock alternativo de Suecia y quizá de toda Escandinavia. Si por algo se caracterizan no es solo por renegar del inglés en una industria monopolizada por este idioma, sino también por la capacidad de crear canciones de gran belleza que siempre se acompañan de letras de alto contenido poético. Su mejor disco hasta la fecha es el ya clásico Du & Jag Döden (Tú y Yo La Muerte), lanzado en el 2005 y con el que alcanzaron el punto máximo en sus composiciones de rock. Quizá Joakim Berg, el líder de la banda, entendió que sería muy difícil superar el nivel de grandes canciones como Du är ånga (Eres vapor) Den döda vinkeln (El ángulo muerto) y su gran himo, Mannen i den vita hatten (16 år senare) [El hombre del sombrero blanco (16 años después)], sin repetirse a sí mismo, por lo que a partir de los siguientes discos, específicamente desde Tillbaka till samtiden (De regreso al presente) comenzó a incluir elementos de música electrónica., en lo que sería un importante giro en los siguientes trabajos de la banda. Su disco más reciente, el décimo de una ya larga y fructífera carrera, Jag är inte rädd för mörkret, que en sueco quiere decir "No le temo a la oscuridad", no se escapa de esta tendencia, pero en él se pueden escuchar los sonidos clásicos de Kent conviviendo con su faceta electrónica, una esperada convergencia para todos los seguidores de esta banda.

El álbum no podría iniciar de mejor manera, y es que 999 no solo es la mejor canción de todo el álbum sino que es probablemente uno de los mejores temas de la historia de Kent. Más que un regreso a las raíces, se trata de un encuentro entre el pasado y el presente en una canción de prácticamente siete minutos que carece de estribillo y que es acompañada por una letra melancólica, por momentos devastadora, pero ante todo trabajada con la genialidad de quien ve en las palabras algo más que simples fonemas para rellenar los espacios monótonos de la canción.
Los sueños que soñamos vinieron del país fronterizo detrás del alambre de púas
Donde las trincheras se cavaron cuando alguien construyó el país mientras dormíamos
Ahora estamos despiertos pero no nos reconocemos
Han destruido nuestras calles,
quemado nuestros lugares de juego a los que salíamos de niños
Sin importar cuán lejos hayamos llegado
Siempre nos queda mucho
La creación poética dentro de los márgenes de las melodías, que al fin y al cabo son lo principal, es algo que pocos pueden lograr. Para Joakim Berg esto parece ser una suerte de talento natural que se materializa en canciones de gran belleza desde el punto de vista musical como lírico, como lo es Ruta 1, un tema atmosférico y de una estética minimalista que a través de bellos pasajes, también melancólicos pero a la vez esperanzadores, reflexiona sobre los senderos que uno toma en la vida.

Otros elementos característicos de esta faceta de Kent son un mayor uso de distintos layers de voz, lo cual ha sido una apuesta muy inteligente por parte de los músicos, ya que el sonido actual de la banda es mucho más profundo que en trabajos anteriores, lo que se refleja en temas como Jag Ser Dig (Te veo) y Färger På Natten (Colores en la noche). Mención aparte merecen la mejor canción uptempo del disco, Låt Dom Komma (Que vengan), un buen ejemplo de las influencias electrónicas de Kent, y la extraña y genial canción con que cierra este disco, Hänsyn (Consideración).

Una vez escuchando a conciencia este álbum, no es descabellado afirmar que, después de un recorrido por tres discos con tendencias electrónicas, Kent ha encontrado un sonido más que depurado y de muy alto nivel. No es extraño, por tanto, que Jag är inte rädd för mörkret sea en definitiva su mejor disco desde Du & Jag Döden, una obra que cualquiera que quiera acercarse al cuarteto sueco debe escuchar para comprender las dos grandes facetas de esta banda.

Descarga el disco aquí.

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domingo, 14 de octubre de 2012

The Murder of My Sweet - Bye Bye Lullaby (2012)

Hasta hace un par de años, Daniel Flores, baterista y prductor de ascendencia chilena y establecido en Suecia, era el líder la hoy extinta banda de metal progresivo Mind's Eye, que en el 2008 nos regalaría uno de los mejores discos del año, A Gentleman's Hurricane. Tras la disolución el genio creativo se embarcaría en un nuevo proyecto, esta vez para explorar su lado más accesible. El resultado fue The Murder of My Sweet, una banda poco pretenciosa y con la hasta entonces desconocida Angelica Rylin como vocalista, que con su primer album, Divanity (2010), dejó de lado las estructuras complejas y se concentró en canciones en las que convivían elementos melódicos y sinfónicos, heredados de las influencias cinematográficas de Flores. Luego de encontrar una alineación más estable y de contar con invitados de la talla de Fredrik Åkeson de Opeth, Bye Bye Lullaby es el segundo trabajo de esta incipiente banda. Lo que antes era un proyecto monopolizado por el baterista, se transformó en un dueto creativo, con Angelica como responsable de la mayoría de las letras y la creativa detrás de la estética.

Quien decida darle una oportunidad a esta agrupación sueca deberá hacerlo teniendo en cuenta que las influencias pop están a la orden del día. ¿Es esto un crimen? Está lejos de serlo serlo si entendemos que, a la luz del 2012 y de la confluencia de los géneros, mal harían las bandas si siguieran produciendo discos genéricos para complacer a los metalheads más cuadrados, que por desgracia todavía son mayoría. Algo queda claro. En esta época el mejor lugar para los dogmas que aquejan al metal es la tumba.

Producido con maestría, Bye Bye Lullaby es un recorrido de 58 minutos a través de canciones lo mismo melódicas que teatrales en la que destaca la interpretación y la voz potente de Angelica, que muy lejos está de caer en el lugar común del metal en el que se pueden encontrar dos grandes grupos: las voces operísticas y las más angelicales.

Los puntos más altos de este disco son sin duda alguna las tres últimas canciones, que a decir de Flores son el prólogo del próximo disco conceptual que están planeando. Waiting For The 27th es una canción tranquila, a la vez que inquietante y dramática que prepara el terreno para la poderosa Black September, mientras que Phantom Pain, canción con cierto aliento épico, es el mejor tema del álbum.


A pesar del entusiasmo con el que se ha hablado de este disco, es necesario destacar algunos puntos débiles, que por desgracia son comunes la gran mayoría de los materiales de este estilo. Si de algo adolece el metal melódico es de monotonía y depende mucho de los estribillos. En ese sentido, Bye Bye Lullaby tiene momentos repetitivos en los que se da la impresión de que la misma fórmula ya se ha escuchado varias veces. Quizá llegue el día en que los creativos aboguen por la economía en vez de llenar los sesenta minutos de un disco, para así producir álbumes más redondos y concisos. Por el momento, salvado esos detalles, Bye Bye Lullaby, sin ser brillante, no deja de ser un trabajo recomendable para todos aquellos que disfruten del metal melódico.

Descarga el álbum aquí.

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domingo, 7 de octubre de 2012

Sonata Arctica - Stones Grow Her Name (2012)

Si algo hay que agradecerle a Tony Kakko es su renuencia a repetirse a sí mismo y su entusiasmo por evolucionar como músico. Es de celebrar que muy lejos hayan quedado los días del Ecliptica, el disco más genérico y complaciente de Sonata Arctica. En el 2007 sorprendieron a propios y a extraños con el que hasta la fecha es su mejor álbum, Unia, un trabajo extraño e innovador en el que se exploraba la faceta más progresiva y compleja de este grupo finlandés. Desde entonces Sonata Arctica dejó de ser esa banda de power metal genérico cuyas canciones se basaban en la velocidad, el doble bombo, estribillos pegajosos y una estructura predecible. De este cambio drástico surgió The Days of Grays, que sin llegar a ser brillante tenía grandes momentos, como la magistral Juliet.

En la primera mitad de este año, Sonata Arctica nos entregó su séptimo material, el errático y mucho menos complejo álbum titulado Stones Grow Her Name, un disco que si bien no supone un regreso a las raíces marca distancia con el sonido progresivo de sus dos trabajos previos y se inscribe dentro del hard rock en la tónica de bandas como Edguy. La mención de uno de los proyectos de Tobias Sammet no es arbitraria ni un forzado parentezco, ya que en este disco descubrimos una nueva faceta de Tony Kakko como músico: el humorista que por momentos deja de lado la solemnidad. No obstante, la gran diferencia entre ambos radica en que la propuesta estética y musical de Edguy ha sido desde siempre relajada y humorística, incluyendo en todos sus discos una o más piezas graciosas, casi siempre como bonus si se trata de meros chistes (siempre afortunados) o en forma de canciones notables (Save Us Now, The Pride of Creation).

El caso de Sonata Arctica no podría ser más diferente. En Stone Grows Her Name se conjunta lo peor de la banda: la cursilería y la corrección política encarnadas en la saturada de estrógenos I Have A Right y el fallido intento de presentar Cinderblox, un tema que solo podría definirse como Country Metal o metal apto para rednecks, con banjo incluido, como un componente fundamental del disco. Estos momentos desafortunados se conjuntan con temas intrascendentes como la genérica Losing My Insanity o la fácilmente olvidable The Day y la extraña y hardrockera Shitload of Money.

La nota positiva de Stones Grow Her Name es, sin duda alguna, Somewhere Close To You, la canción más pesada  y oscura que han compuesto, el memorable tema en medio tiempo Alone In Heaven y las épicas canciones progresivas y power que cierran el ciclo de Wildfire, de la que ya teníamos conocimiento desde Reckoning Night. Aunque lejos hayan quedado los tiempos de las grandes baladas como Letter to Dana o Shamadalie, no desmerece el bonus: la bella Tonight I Dance Alone en la que Kakko hace gala de su calidad interpretativa sin necesidad de utilizar innecesariamente todos los recursos de su voz.
En suma, Stones Grow Her Name es un disco mediano, con un conjunto de canciones de malas a intrascendentes y un par de buenos temas, distribuidos irregularmente. Con seguridad el destino de este álbum será el olvido, un mal trago en la evolución de una banda madura en constante búsqueda por un sonido fresco.

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