sábado, 8 de agosto de 2009

Black Metal, más allá del maquillaje.



Hasta hace unos meses el black metal era para mí un género de música minimalista –por no decir simplista–, con gente que se maquilla como cadáveres, o eso dicen ellos –a mí me parecen más bien “mimos malotes”– y el cual, a mi entender, abusaba del “shock” para impresionar a su audiencia. También me llamaba mucho la atención el estilo con el que “cantan”, el llamado shriek. Me resultaba sumamente risible cómo en muchos casos las voces se convierten en un “sonido” que acompaña a la supuesta melodía, vamos, no es para nada algo inteligible ni mucho menos algo armonioso, ya no digamos estético.

A pesar de esto, aproximadamente un par de semanas atrás encontré una definición en una página de “metal” –que yo no llamaría metal per se, lo llamaría Metal In Opossition, haciendo un paralelismo con el Rock In Oposition, y explicaré el por qué de este paralelismo más adelante– que me hizo tomar un interés inusitado en el movimiento que representa el black metal; la definición sería la siguiente: 

“Black metal is dark and fast music using melodic development to express its themes. Of all the metals, this is the most communicative with the modern listener, expressing nihilism and a heroic anti-social assertion of the self. Evolving simultaneously with death metal, this genre includes all of the technique and rhythmic intensity of the former with more emotive and comprehensible poetic communication within the music.”
Acá su traducción al castellano: 

“El Black Metal es música oscura y rápida que utiliza progresiones melódicas para expresar sus temas. De todos los subgéneros del metal, éste es el más comunicativo con el escucha moderno; expresando nihilismo y una aseveración heroica y antisocial del yo. Evolucionando simultáneamente con el Death Metal, este género incluye toda la técnica e intensidad rítmica del death metal con más comprensible y emotiva comunicación poética dentro de la música.”

Lo anterior se desprende de la controvertida página, www.anus.com/metal; página que lleva más de una década reseñando bandas de death metal, grindcore, trash y black metal.

Esta definición me hizo adentrarme en el género; finalmente, lo peor que podría hacer a estas alturas de mi vida sería caer en una intransigencia musical. Una vez adentrado en el género, su estética y su filosofía pude discernir lo siguiente: ni es la basura que aparenta ante el resto del mundo, ni es la representación más pura de nihilismo, aunque sigo sin aceptar el valor musical que sus seguidores le quieren dar.

Filosóficamente termina volviéndose algo completamente subjetivo; vamos, comprendo perfectamente que la temática recurrente en las canciones –paganismo, ocultismo, satanismo y espiritismo principalmente– representan de manera metafórica que hay un rango infinito de juicios de valor, y que no hay conceptos universales de belleza –ni de bueno o malo–, pero, no dejan de ser juicios humanos. Es ahí donde el black metal cae en su primera contradicción, o error lógico: el nihilismo busca entender al mundo sin la perspectiva humana. Al emitir juicios de valor sobre el orden establecido en nuestra sociedad inevitablemente plasma su propia perspectiva –igual de humana que cualquier otra–, así como su cosmovisión, y lejos de liberar a la música de la perspectiva humana, la permea con su propia perspectiva del mundo –así ésta sea diametralmente opuesta al orden social establecido.

Estéticamente el black metal es el género de música popular que integra en mayores cantidades elementos del romanticismo a sus composiciones. Sin embargo, musicalmente contiene muy pocas o nulas características rescatables: después de haber escuchado tanto progresivo el minimalismo me causa mucha pereza mental, la repetición (drone) melódica no es eficaz al no desarrollarse en algo concreto, la intensidad rítmica termina distorsionándose en ruido no armónico –diametralmente opuesto al del noise o el del shoegaze– y sus mencionadas progresiones melódicas son completamente nulas en la mayoría de los casos.

Bajo la óptica del siguiente aforismo: la música real se compone de melodía, armonía, ritmo, textura y estructura: el black metal pretende disolver la armonía y la melodía dentro de elementos estéticos del romanticismo, abusando del ritmo y la textura –donde para los black-metaleros la textura es tener producciones muy deficientes, casi amateurs y voces agudas e ininteligibles– y crear sus propias estructuras musicales que antagonicen con aquéllas de la música comercial.

Desgraciadamente, quedan al aire varias cosas, por ejemplo: que hay bandas y personas concretas dentro del género que realmente creen lo que cantan o gritan mejor dicho –es decir, hay black-metaleros que en verdad creen en el espíritu del bosque, o que en verdad adoran al diablo y a sus demonios– o el absolutismo moral en el que caen casi todos los black-metaleros –como descalificar a cualquier género o tipo de música por ser accesible o amigable a las personas comunes, o desvalorizar a cualquier banda que plasme en su música la dualidad belleza-brutalidad como Opeth. 

También resulta sumamente preocupante la intransigencia musical en la que caen los seguidores de este género, finalmente: la música sólo es, todo lo demás es perspectiva humana; y en ese sentido, cerrarse a todo lo que la música tiene por ofrecer en pos de un solo género o estilo es el peor error que alguien puede cometer. Decir que la música comercial es mala sólo por ser comercial es tan malo como decir que el black metal es malo sólo porque a los black-metaleros les gusta maquillarse de mimos.

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miércoles, 5 de agosto de 2009

Mastodon - Crack the Skye (2009)


Please, please take my hand
Please take my soul to rest


Sucede algo muy peculiar en los círculos del metal más extremo, los entusiastas de estos géneros (léase Black Metal, Death Metal, et al) tienden a polarizar sus posturas ante bandas que en un principio tenían un sonido más pesado y poco accesible para oídos no educados en riffs saturados y en voces que para la gente común suenan cacofónicas.


Mastodon y su más reciente disco de estudio, “Crack the Skye”, polarizaron a muchos entusiastas del metal extremo y a los mismos seguidores de la banda. La razón es la antes expuesta, en su nuevo disco adoptan una postura mucho más melódica, voces “limpias” y en general un sonido que en primera instancia suena más accesible para oídos no metaleros; esto fue un pecado imperdonable para muchos, para otros tantos fue la culminación del proceso de maduración en el sonido de la banda, y la incursión de Mastodon en terrenos del rock progresivo.


Aunque ya en entregas anteriores el sonido de la banda exploraba aspectos del rock progresivo, no habían logrado integrar completamente dichas influencias a su música, incluso pocos comprenden por qué “Remission” y “Leviathan” son etiquetados como metal progresivo cuando muestran pocas, o en algunas canciones nulas influencias de este género. Ya para “Blood Mountain” adoptaron mayores influencias del progresivo, y con un sonido menos “pesado”, pero para su cuarto disco de estudio su metamorfosis sonora fue completada.


Como ya es característico en los discos que edita la banda, el arte del disco es siempre sublime, disco tras disco los booklets y las portadas son adornadas por la estética visual y el detalle del arte de los discos. “Crack the Skye” no es la excepción, Paul Romano nuevamente logra evocar diversas sensaciones con sus ilustraciones, y sobre todo, el surrealismo que lo caracteriza al crear las portadas de Mastodon es pieza clave de la exitosa combinación de sus dibujos y la música de Mastodon.


Los discos conceptuales han sido fundamentales a lo largo de la carrera de la banda, vamos, no cualquiera hace de su segundo disco de estudio una obra conceptual basada en Moby-Dick. Y en éste, su cuarto disco, no se rompe la regla; nuevamente el disco cuenta a través de sus letras la historia de un paraplégico que sólo puede moverse a través de viajes astrales. En uno de esos viajes el sol quema el cordón umbilical que iba atado a su plexo solar que permitía que su alma regresara a su cuerpo; esto provoca que vague por el espacio hasta que cae en un agujero de gusano, mismo que lo lleva al mundo de los muertos. Ahí él les explica que no ha muerto, los espíritus descubren a través de una clarividencia que dice la verdad y deciden ayudarlo. Por alguna extraña razón los espíritus deciden ayudarlo y ponen su alma en el cuerpo de Rasputín, aunque luego ambas almas salen del cuerpo y viajan a través de una abertura en el cielo, mientras Rasputín ayuda al joven paraplégico antes de que muera de verdad, aunque queda poco claro si al final logra salvar su cuerpo de la muerte antes de que sus papás, que creen que está muerto, se deshagan de su cadáver.


El disco abre con un sonido raro en Mastodon, una canción muy calmada para los estándares de la banda. Riffs sin mucha complicación, cambios de tiempo interesantes, progresiones melódicas sublimes y solos de guitarra bastante blueseros. Algo radicalmente opuesto a lo que había venido realizando la banda en entregas anteriores. La abridora es Oblivion, canción que crea el ambiente propicio para la parte de la historia que cuenta: alguien perdido en un universo alterno, perdido en uno de sus viajes astrales.


Divinations, que en español quiere decir clarividencia, trae voces “rudas” al disco, aunque distan mucho de la manera en la que Troy y Brent lo hacen en entregas anteriores; de hecho, el disco carece de “harsh-vocals” que no son propiamente growls. La canción como tal empieza con un banjo y unas guitarras que van rapidísimo, aunque la canción evoluciona a algo más tranquilo, el principio es bastante bueno. Nuevamente los solos y ese feeling de progresivo están presentes a lo largo de la canción.


En la tercer canción, Quintessence, hablan de temas como el paradigma tiempo-espacio, entre otros efectos de usar ácido al escribir canciones. La canción es bastante irrelevante a mi parecer, tanto en melodía, como en la parte de la historia que cuenta, como en la carencia absoluta de emoción durante ella. No sólo es el track más débil del disco, además carga con la maldición de anteceder a la mejor rola del disco: The Czar.


The Czar es una canción larga y compleja musicalmente, que aborda el tema de la Rusia Zarista como algo meramente anecdótico y circunstancial dentro del concepto del disco, y que enfoca más su narrativa a cómo el personaje lucha con el alma de Rasputín dentro del cuerpo de éste cuando de repente caen en la abertura en el cielo (“the crack in the sky(e)”) y de ahí empiezan a darase un viaje místico y alucinante. Musicalmente es un auténtico viaje, y con un solo de guitarra distorsionadamente sublime.


El disco continua con Ghost of Karelia canción de corte progresivo, que no logra terminar de convencer por lo que tarda en desarrollarse. De hecho, nunca lo hace realmente, es completamente linear, algunos cambios de ritmo aquí y allá pero nada espectacular. Lo mismo sucede con Crack the Skye, a pesar de tener elementos interesantes, lo linear y chato de la composición hace que las ideas rescatables dentro de la canción terminen perdiéndose dentro del concepto ambiguo del disco y la excesiva necesidad de mastodon por incluir elementos del rock progresivo.


El disco cierra con The Last Baron, uno de los mejores temas del disco; es Mastodon haciendo una canción que es progresivo en su forma más pura. Y, contiene pasajes instrumentals sublimes, celebrando el virtuosismo de sus integrantes de manera tímida, siempre con una gran noción de la melodía. Cierra bien el disco, aunque es bastante inconclusa en su narrativa la ultima canción.


Tomar cualquier postura radical hacia el disco sería a todas luces un error, hay que comprender que Mastodon en su conjunto lo único que hizo fue seguir sus necesidades artísticas, antes de las necesidades de los fans o las disqueras, algo bastante loable.


Probablemente fue algo riesgoso suprimir los elementos extremos de su sonido, y probablemente el rock progresivo en su forma más ortodoxa no sea el mejor camino que como banda deban seguir, eso sólo el tiempo lo dirá. Lo que sí es cierto es que la música sólo es, todo lo demás son juicios humanos, y a mi juicio, este disco no fue lo que esperaba de la banda: 2 tracks bastante débiles, ideas rescatables que no terminan de desarrollar por lo mismo del crossover, y un par de tracks épicos y sublimes, todo enmarcado en el concepto del disco.


Espero que este próximo martes 25 de agosto suenen genial en vivo, entre tanto yo le doy a Crack the Skye 3.7 estrellas de 5.

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