miércoles, 30 de abril de 2008

Dream Theater en el Auditorio Nacional

(Fotos tomadas de: http://flickr.com en lastfm:event=503525)


Increíble que ayer a menos de 6 horas del concierto no estaba seguro de si iba a ir, vaya, no tenía ni boleto. Y aún así me lancé al Auditorio con mis llaves y mi cartera que tenía cincuenta pesos. Sin embargo la vida me tenía una sorpresa, conseguí un boleto gracias a la nobleza de un conocido que tenía uno de sobra. Y sí, mientras esperaba a que llegara estaba debajo de la lluvia a las afueras del Auditorio Nacional preguntándome si sólo había llegado hasta ahí a perder mi tiempo. Y también aprovechaba para ver la gran gama de fans que tiene Dream Theater: desde la familia entera con chamarras de la banda, pasando por el metalero con la greña hasta la espalda y una playera de Morbid Angel, hasta el señor que se salió de la oficina y se puso encima de la camisa de vestir y la corbata una playera que se compró en las afueras del Auditorio. Sí, es impresionante cómo una banda que no es expuesta de manera constante en los medios (léase radio y MTV) tenga la capacidad de llenar un lugar como el Auditorio Nacional. Prueba inequívoca de que los fans de la música de verdad están más vivos que nunca.


A eso de las ocho con quince minutos de la noche —ya con mi boleto en mano— iba entrando al lugar con una sonrisa de oreja a oreja. Y mientras platicaba por la zona de comida y disfrutaba de un pretzel gigante, escuché que ya sonaba música, así que nos dispusimos a entrar y tomar nuestros lugares. Se trataba de Between the Buried and Me. Banda a la que trataron como teloneros de tercera: no les apagaron las luces, la mayoría de la audiencia no le prestó atención, y bueno, pasaron bastante desapercibidos. Tienen buenas cosas, música interesante y growls chingones, pero nada fuera de este mundo.


En fin, a las 21:15 horas salieron al escenario Myung, Rudess, Portnoy y Petrucci después de una larga espera. Y comenzaron a tocar así sin más, y poco después entró el buen James LaBrie a decirnos: “We’re Back!”



Abrieron con Constant Motion, rola que es poderosa y en vivo se siente de una manera diferente. Además de que prendió bastante, pero en especial al llegar a la línea: “Forever more into the night Blistering!” el lugar entero gritaba al unísono. Y después, LaBrie nos hablaría por única vez en la noche, pero dio un mensaje bastante efectivo, dijo: “esta noche no importa nada de lo que pase afuera, sólo importa lo que pasa aquí adentro”. Para después introducir la siguiente canción: Strange Deja Vu, ésta me gustó bastante en vivo, la canción por sí misma es excelsa pero esta vez la tocarían más pesada y con todo el sentimiento del mundo.



Inmediatamente vino otra canción que debido a mi estado de paroxismo total no logro recordar, la que sí recuerdo bien fue la cuarta canción Surrounded, otra que prendió bastante y que fue ejecutada de manera excelsa dejando todo listo para la siguiente canción que sería uno de los mejores momentos de la noche. Dark Eternal Night, donde se lució Petrucci —quien traía el pelo visiblemente más largo y hasta alaciado— quedando claro que lo mejor de la noche serían las canciones del último álbum, salvo otra que se llevó la noche.


Después vendría el momento de la nostalgia para los fans de antaño con las dos primeras partes de A Mind Beside Itself (Erotomania y Voices), haciendo del recinto una caldera de emociones. Todo para que llegara la cantable Forsaken, que a mi gusto fue increíble en vivo, y que probó ser de lo mejor que tienen en el repertorio. Además de que escuchar al Auditorio Nacional cantando a una sola voz el coro fue apoteósico.



Y posteriormente llegó el mejor momento de la noche con Take The Time canción que me puso la piel chinita, sobre todo en el instante en que la banda dejó de tocar para escuchar al recinto entero entonar: “If you take the Time”. Momentos como éstos se ven en vivo pocas veces y son de esas cosas que recordarás por muchos años.


Llegaría el turno de que la banda tocara In The Presence Of Enemies, partes I y II. Ésta es de lo más pesado que tiene la banda, por las letras, por los riffs y por el ambiente que crea. Prelude fue ejecutada de manera sublime, Ressurection tuvo un toque de dramatismo con la voz de LaBrie en vivo, pero aún faltaba. En Heretic la iluminación dio fuerza al estribillo, era imponente escuchar Dark Master of sin now my soul is yours. El clímax de In The Presence Of Enemies vendría en The Slaughter of the Damned en especial porque era majestuoso escuchar al recinto gritar los comienzos de las estrofas, que eran algo así:


SLAY!
Spill the blood of the rebels
They are the children of hell
FLESH!
Of the undead
Stopping at nothing to kill”


Observar eso me dejó sin palabras; y finalmente The Reckoning y Salvation, culminaron no sólo la canción, sino que fue cuando la banda abandonaría por primera vez el escenario.


Todo para que volviera la banda a tocar el encore, o bis, que no fue otra cosa que un “popurrí” para complacer a los fans nostálgicos y ególatras. Popurrí que en last.fm unos usuarios lo titularon como el Orgasmedley. Que no es otra cosa que: I. Trial of Tears (Falling Into Infinity) II. Finally Free (Scenes from a memory) III. Learning to Live (Images And Words) IV. In the Name of God (Train Of Thought) V. Octavarium (Octavarium). Cosa que me dejó un sabor agridulce para ser sinceros, hubiera preferido que tocaran alguna de ésas de manera completa, de preferencia Octavarium.


Y así concluía un gran concierto, los integrantes se despidieron y la gente los vitoreó, y Portnoy nos dijo: “See you next time!”



Fue uno de los mejores conciertos a los que he asistido, empatado quizás con el de Porcupine Tree del año pasado y con el de Roger Waters del 2006. Lo cierto es que la pasé muy bien, y en especial porque fui sin saber si iba a entrar a verlos y regresé con una de las mejores noches de mi vida. Nightwish la tiene difícil este sábado…

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jueves, 24 de abril de 2008

Ebony Ark - When The City Is Quiet (2008)


Si hay un tema polémico en el metal, éste gira siempre en torno a bandas que tienen a una mujer liderando las voces. Si bien Nightwish no comenzó con esta adición femenina al metal, sí fue el punto de partida para que dentro de un género que no fuera el gótico las mujeres hallaran un espacio. A muchos fundamentalistas del metal les parece una aberración que una mujer sea quien cante en temas netamente clásicos o incluso progresivos, otros con la mente un poco más abierta encontrarán en esta idea un elemento novedoso y genial.

Así es como nació Ebony Ark, una banda española de power metal con tintes progresivos. Algunos han llegado a creer que es gótica, pero esto se debe a que, por alguna razón, casi todo mundo piensa que sólo el metal gótico –y en dado caso el sinfónico- acepta voces femeninas. A contrario de lo que se pensaba hasta entonces, en 2004, ya consolidada la banda, Ebony Ark presentó su primer demo que incluía sonidos veloces y complejos, todo esto de la mano de una voz femenina muy singular. En octubre de 2004 Ebony Ark lanzó su primer disco, Decoder, donde se lanzaron a una gira por toda España, cosechando un éxito modesto pero a la vez interesante para su primera producción discográfica. Pasó el tiempo y la idea de continuar en la línea de su disco inicial, para el 2006, no obstante, a finales del año 2005 la empresa discográfica se declaró en quiebra, provocando la ruptura de la idea iniciar del que sería su segundo disco, Decoder 2.0.

Ascendance Records los acogió y de mano de esta nueva productora, Ebony Ark decide lanzar en abril de 2008 su más reciente producción: When te city is quiet. Un disco que deja ver todo el potencial y el poder de esta banda, siempre con sonidos veloces, frescos que lo mismo mezclan elementos power con elementos progresivos, y, por sobre todo, una voz desgarradora y única de su vocalista, Beatriz Albert, quien por cierto tiene un buen inglés (como cosa rara en los españoles).


If only es la canción con la que comienza este disco, y desde el primer momento podemos intuir cómo será el resto del disco: poderoso, rápido y muy sólido. En este tema tenemos un primer acercamiento con la particular voz de Beatriz, que no se contenta con tener un lindo color, un más que interesante registro, y una clara tesitura enclavada en los puntos más agudos, sino que prefiere ofrecernos una interpretación violenta, que dista mucho de lo que normalmente escuchamos. Sí, ella puede cantar ópera o una balada, pero desde el primer momento vemos cómo ella se arriesga a hacer algo diferente y hasta exagerado (no siendo esto algo peyorativo). Por lo demás, la canción es genial.

El trabajo continúa con una canción más melódica, Ecstasy, que cuenta con un estribillo bastante destacable, y que se encuentra trazada por una línea delicada que de a ratos se vuelve poderosa, nunca dejando atrás la consistencia que caracteriza al disco. La voz de Beatriz muestra tonalidades más amigables, demostrando así que no es necesario hacer alardes de grandeza para demostrar el buen nivel vocal.

So close, so far, es quizá la canción que da inicio con los sonidos más progresivos de esta banda. Cuenta con una atmósfera bastante dramática y profunda, y una melodía que nos puede recordar un poco al sonido más evolucionado de Sonata Arctica. Aquí nos encontramos con muchas variaciones y cambios de ritmo, pero nunca dejando atrás el medio tiempo que lidera este tema.

Con Endless road se aumenta la velocidad del disco pero no se deja atrás el sonido progresivo. Quizá lo más destacable en este tema es un estribillo bastante más pegadizo y destacable que el que se hallaba contenido en su predecesora, además de un solo de guitarra que si bien es corto, suena interesante.

Sincerely es otro medio tempo, sólo que hasta el momento, éste es el tema más evocador y calmado de todo lo que va del disco. Aquí Beatriz prefiere mostrar su faceta más tierna y encantadora. A manera de resumen, la canción merece un calificativo muy específico: hermosa.

No me gusta el título del siguiente tema: True friendship never dies. Me parece que es demasiado rebuscado, pero menos mal un título no hace al tema. En esta ocasión unas guitarras muy graves y una batería constante marcan el ritmo poderoso que llega a explotar en uno de los mejores estribillos de todo el disco.

Were here now es lo que muchos torpes podrían definir metal gótico, estilo Epica (que ni es realmente gótico, pero bueno…), sólo porque en momentos aparecen growls –bastante mal ejecutados, por cierto-. La música es buena, lo mismo que la ejecución vocal de Beatriz. Me parece que el punto débil de esta canción son las voces guturales, y no porque yo sea de esa clase de personas que le teme a los growls, sino porque incluso esos gruñidos tienen su forma y estilo de hacerse. El punto bueno: que fuera de eso, todo el tema es muy destacable.

Sigue Redemption, y en inglés definiríamos esta canción como algo sumamente cheesy, y es que es así: muy melódica, muy cantable, muy “comercial”, con el mejor estribillo de todo el disco. Lo que algunos llamarían la traición al progresivo, lo llamo yo como una de las tantas confirmaciones de que la música necesita de estas canciones pegajosas y edulcoradas. Es algo así como el Amaranth de Ebony Ark.

For you es una de las baladas más preciosas que he llegado a escuchar en mucho tiempo. Este tema es profundamente calmado, evocador y hermoso. La voz de Beatriz es igual que la música: sublime. El piano que va marcando todo el tema es un genial elemento que da paso para el coro más bello de todo el trabajo. Hasta este punto, ésta es mi canción preferida, porque muestra cómo se debe hacer una balada para que ésta no suene insulsa ni pop.

Enough is enough sigue en la línea pegadiza, o cañera como dirían los españoles. Además podemos escuchar en ciertos momentos los tonos más operísticos de Beatriz. El estribillo, como ya ha sido la constante en la recta final del disco, vuelve a ser muy pegajoso.

Out in the cold es mucho más madura y seria que sus predecesoras, y no sé por qué me sigue pareciendo que los momentos más progresivos y oscuros de este trabajo tienen cierto aire de Unia, de Sonata Arctica, quizá por las guitarras graves y los sutiles teclados que adornan el trasfondo de la música. No obstante la aparente complejidad del tema, volvemos a hallar un coro de esos pegadizos con la marca de la casa.

Y casi cerrando el disco nos encontramos frente al tema más largo de este trabajo, y que le da título al álbum, When the city is quiet, una canción épica de casi siete minutos, y sin duda es la más ambiciosa musicalmente. Comienza con un ambiente oscuro en donde aparece la voz lírica de Beatriz, que luego se centra en registros más graves y violentos. En ciertos momentos parece que la música quiere explotar, pero se contiene, dando así ese elemento progresivo que contempla los constantes cambios de ritmo, de sonido y de vocalización. No es sino hasta el minuto 3:30 cuando llega el momento más bello, el estribillo, con el que también finaliza el tema de manera apoteósica. Sin embargo aún queda mucho tramo por recorrer, y en él podemos hallar una infinidad de elementos que le confieren a la canción una genialidad innata. Y, a riesgo de sonar repetitivo, el final no podía ser mejor ni menos bello.

El disco termina con A merced de la lluvia, que es la versión castellana de un viejo tema de estos españoles, Searching for an answer. Puedo decir que nunca antes el metal en español había sonado mejor. La canción anterior dejaba una expectativa tremendamente alta para final el disco, y no pudo ser menos orgásmica su conclusión: un tema muy “cañero”, hiper cantable, y una letra bastante bella. Con esta canción pude constatar que, después de todo, el español sí sirve para hacer metal liderado por una mujer (hasta el acento me gustó, y eso ya es decir mucho).


En todo lo que va del año, éste ha sido el disco que me ha dejado más gratamente sorprendido –incluso más que The Scarecrow, más que nada porque de ése ya esperaba algo bueno. Desde el primer momento logré quedar hechizado con la voz de Beatriz porque no es la clásica soprano que prefiere vanagloriarse con sus tonalidades más líricas, sino que muestra a lo largo de todo el trabajo las distintas facetas de su voz, que pueden ir desde tonos muy elevados, hasta graves, pasando por sus elementos más desgarradores, que quizá a muchos les parecerá algo pretensioso.

Ebony Ark es, a fin de cuentas, una gran promesa para el metal, y nos muestra cómo se pueden abrir nuevos horizontes dentro de la música, y When the city is quiet, no es sino uno de los mejores y más frescos trabajos de este 2008.

PD. Comparación obligada: Beatriz > Tarja.

8.6/10

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miércoles, 16 de abril de 2008

Deadwing - Porcupine Tree



Porcupine Tree inició como una banda broma, hecha por Steven Wilson a mediados de los ochentas. Una agrupación que, supuestamente había sido una banda de culto en los setentas que siempre se mantuvo en lo underground. Sí, el buen Steven es meticuloso hasta para decir mentiras. La realidad era que Porcupine Tree era una banda compuesta por un adolescente que creaba efectos y grababa canciones desde su casa. Su primer material, inspirado por la psicodelia (y unos toques de música electrónica) increíblemente, no parecía ser hecho por un joven en su casa. Vaya, hay una canción tan memorable de aquella época que incluso en giras recientes han llegado a tocar. Hablo de Radioactive Toy.

Conforme pasaban los años Steven dejaba sus otros proyectos de lado (algunos bastante interesantes como No-Man) para dedicarse más y más a Porcupine Tree, llegando incluso a invitar a otros músicos para que colaboraran con él. Así, el Porcupine Tree de hoy empezaba a tomar forma. Los primeros discos en los que figuran más músicos además de Steven, fueron bastante orientados al rock progresivo de los setentas y la psicodelia. Y la verdad es que, discos como The Sky Moves Sideways y Signify se volvieron rápidamente objetos de culto para los fans de hueso colorado del rock progresivo de antaño. Discos tan complejos y bellos que sería difícil hablar de ellos sin profundizar en su naturaleza.

De ahí Porcupine Tree se movió a horizontes más accesibles, menos psicodélicos, pero siguiendo la pauta del rock progresivo. La etapa de Stupid Dream y Lightbulb Sun es para muchos una de sus etapas más bellas. En las que las estructuras simples, eran texturizadas de maneras preciosas y siempre poniendo los riffs y solos de Wilson como centro de las canciones. Los mejores solos de guitarra de la banda, a mi parecer están en esta etapa.

Después llegó In Absentia, una obra de arte proporciones gigantescas. En él, se incluyeron riffs netamente metaleros y estructuras atípicas en una banda considerada psicodélica en algún punto. Ya habrá tiempo de hablar de esta maravilla, pero, el siguiente disco en la discografía de Porcupine Tree tomaría los elementos de In Absentia para crear un nuevo sonido, el que tiene ahora la banda, dándole forma en algo bastante impresionante. Deadwing, el octavo disco de estudio de Porcupine Tree, considerado por algunos su disco más mainstream, fue el parte aguas en la carrera de la banda. No sólo por contener el primer sencillo que recibió rotación en estaciones norteamericanas, y ser su primer éxito a nivel internacional, sino por demostrar que el rock progresivo tiene muchas caras, amigables algunas, que incluso puede atraer a los oídos menos imaginables al género.

El concepto del disco fue creado a partir de un guión que Steven escribió, y todas las canciones muestran partes relevantes de la historia, o eso dice Wilson. Al disco yo lo divido en dos, de los tracks 1 al 5 como la primera parte, y después de los tracks 6 al 9 como la segunda parte. Ya verán por qué…

El disco abre con Deadwing, una canción poderosa, con riffs basntante duros y pasajes instrumentales que hacen de la canción homónima del disco un deleite. El segundo track del disco sería el primer sencillo que tuviera un éxito considerable en tierras americanas, hablo de Shallow. Para algunos fans ésta es, irónicamente, la canción más vacía de Porcupine Tree. Sin embargo me parece una gran pieza de rock, que cumple con su objetivo y que entretiene. Con una melodía, riff y estribillos memorables se vuelve imposible no querer volver a escucharla. Y el tercer track de Deadwing, Lazarus, es para mí, una de las canciones más hermosas que se han escrito. A lo mejor exagero, cierto, no estuve en la etapa de la humanidad en la que la música no se grababa, y a lo mejor me ciega mi fanatismo por esta banda (y en particular por esta canción); pero ésta es una obra sublime, que evoca los más increíbles sentimientos. Después de un silencio notorio de cerca de un minuto, empieza Halo. Canción muy parecida a Shallow en cuanto estructura, pero que a diferencia del segundo track del disco, Halo tiene un mensaje menos somero. Y el quinto track del disco, es una canción inconmensurable, no sólo por su valor musical sino por su excelente calidad en la composición. Se trata de Arriving Somewhere But Not Here, que es, sin duda, una canción que cualquier melómano debe de escuchar. Desde su inicio calmado, hasta su parte media llena de paredes de guitarras pesadas, pasando por su estribillo y su concepto. Todo en ella es genial, y a través de sus doce minutos uno es llevado por una increíble cantidad de emociones. Cabe mencionar que en el quinto track, el guitarrista de Opeth contribuye con el segundo solo de guitarra.

Y después de la primera mitad del disco, la segunda parte decae considerablemente. No deja de mostrarse la calidad en la producción y ejecución de Porcupine Tree. Pero después de esa primera mitad del disco, canciones como Mellotron Scratch o The Start of Something Beautiful no parecen estar a la altura de lo que escuchamos antes. Lo más rescatable es Open Car, que suena muchísimo mejor en vivo, pero no deja de ser débil en comparación con las anteriores. Y el disco no cierra de la mejor manera, con Glass Arm Shattering, donde las vocalicaciones de Wilson recuerdan a Heartattack In A Layby. En fin, la segunda parte del disco lo pierde a uno… aunque supongo que dentro de la narrativa del disco eran necesarias.

A mí parecer, el disco pudo tener seis canciones y terminar con Arriving Somewhere But Not Here, aunque bueno, supongo que el valor del resto de las cancionees está en lo que contribuyen a la narración de la historia.
A pesar de ser un disco que deja ver las debilidades de la banda, Deadwing también nos enseña sus fortalezas mejor que nunca. Yo le doy una calificación de: 4.44 estrellas.

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miércoles, 9 de abril de 2008

Stratovarius se separa y Timo Tolkki llora por Saana

Como ya muchos de ustedes deben saber Stratovarius, el pasado dos de abril se separó definitivamente y los detalles los dio Timo Tolkki, líder y guitarrista de la banda, en un largo comunicado en donde especifica las razones por las que decidió que Stratovarius ya no existiría más. Entre ellas mencionó que desde hacía años se sentía mal con la banda, que no se llevaba bien con sus compañeros, que en realidad nadie se llevaba con nadie, y que así duraron como diez años. Se enojó porque en esa banda todos hacían música por dinero y no estaban comprometidos con la música, es más, él reconoce que ni él. Y que si Stratovarius seguía existiendo era por puro masoquismo y dinero.

Si quieren ahondar en el tema se pueden dirigir al comunicado oficial o a este blog donde encontré el texto traducido para los que les dé hueva leer en inglés o de plano no sepan.


En vísperas de la separación de Stratovarius, Tolkki sacó un disco en solitario, una “ópera clásica rock”, del que hice un review hace poco.


Esto lo escribí en last.fm en inglés antes de que Stratovarius se separara y antes que Timo Tolkki empezara a llorar por las críticas que se le han hecho a su disco:


Si en el pasado me hubieran preguntado quién es Timo Tolkki, seguramente habría dicho que es uno de los más virtuosos guitarristas neoclásicos dentro de la escena metalera actual. Todo mundo conoce su nombre gracias a su ya muerta banda: Stratovarius, que es, probablemente, nada más que uno de los pioneros del actual power metal, y por aquellos tiempos era una referencia para el género. Como resultado de eso, y también a causa de la natural ambición musical de todo compositor, él empezó un proyecto en solitario donde él mostró nuevamente que seguía siendo un brillante guitarrista.

El tiempo lo cambia todo, y también es natural la evolución musical. En su MySpace Timo dice que está abierto a cualquier tipo de música, y no tengo duda de eso después de escuchar su último disco, “Saana - Warrior Of Light, Part 1: Journey To Crystal Island” oficialmente catalogado como una ópera rock clásica (¿?).

¿Qué esperarían de un héroe de la guitarra? Probablemente su respuesta sería algo como: un álbum con impresionantes riffs y poderosas melodías llenas de solos épicos de guitarra. Algo que puede ser un poco repetitivo para un tipo como Timo, pero creo que todos estamos de acuerdo en que un gran trabajo con la guitarra es lo menos que podemos esperar de él. Pero Saana… carece de eso y más.

En Saana... ¡no hay señales de una guitarra! Quizá dos o tres veces una tímida guitarra acústica aparece al principio o final de alguna canción. Parece que Timo olvidó lo que significa el “rock”. Todo el CD (y cuando digo todo, digo todo) es un completo aburrimiento dominado por un mal y constante teclado y la linda voz de la cantante, Jennifer Sowle. Ella puede tener una buena voz, pero es un hecho de que una voz no hace a todo el álbum. Algunas veces hay percusiones que un niño de doce años podría tocar fácilmente.

Algunos dicen que este CD es hermoso y sutil, pero están equivocados. Este disco es lento, aburrido y hace parecer a Enya brutal death metal. Es por eso que no gastaré mi tiempo describiendo cada canción o escuchando una vez más este pésimo álbum lleno de basura musical. Si son valientes, vayan y denle una oportunidad al CD, pero creo que es suficiente con ver la horrenda portada.

2/10



Ahora Tolkki ha publicado un post en su MySpace lloriqueando a causa de la poca aceptación que ha tenido Saana. A continuación reproduzco parte de su mensaje:


Después de haber escrito la historia hace dos años, supe inmediatamente que sería una historia que dividiría a la gente (…) Encontré un un review que estaba hecho por algún blackmetalero de 20 años. Se pueden imaginar qué escribió sobre Saana. :) Por alguna extraña razón olvidó mencionar algo sobre la historia de Saana. Esa historia incluye virtudes tales como el amor, el respeto, la tolerancia, la empatía y la bondad, que creo que actualmente están muy olvidadas. Y en los reviews parece que la gente se está riendo de esos valores. Creo que esto muestra algo sobre qué tan lejos hemos llegado y qué tan violentas son las circunstancias actuales. En este punto de mi vida y mi carrera no me importa lo que la gente escriba o diga sobre mí o mi música.

Todo son acusaciones absurdas hacia mí y estoy acostumbrado a recibir un montón de malos comentarios, pero esto ha sido lo peor. ¿Saben ustedes lo que esto me dice? Me dice que he creado algo importante. Y que este álbum no es para todo mundo. Diría que este es un álbum para la gente que aún tiene corazón. Y todavía hay muchos, gracias a Dios (…) no puedo decir lo mucho que esto significa para mí y para el mensaje que estoy esparciendo con Saana. Mucha parte del dinero que genere Saana irá a una fundación que crearé, que estará luchando con cosas espirituales y ambientales de nuestro tiempo. Parece que hay muchos Guerreros de la Luz allá afuera, y ustedes son necesarios en estos tiempos oscuros.


Ahora mi respuesta hacia Timo y para todos los tontos que piensen como él:


En primer lugar, la música poco tiene que ver con una historia y con la calidad humana. El trabajo de Timo no es hacer bellas historias, es hacer música. Si quiere escribir cosas lindas que publique un libro, pero que no comprometa la calidad musical de sus composiciones con una historia que, por cierto, muy poca gente leerá. Sí, existen discos conceptuales, pero el mismo concepto en sí mismo no es todo el disco, el concepto lo complementa, pero nada más. Un material discográfico con buenas letras, pero con un pésimo sonido no tiene sentido de ser. ¿Si no para qué es un disco? Bien pudo ser un poemario o cualquier otra cosa. El principal motor de un disco es la música, y parece que el anancefálico de Tolkki no lo ha comprendido.


Él dice que Saana es un disco para la gente que aún tiene corazón. Y si seguimos su lógica, la gente a la que no le gusta el disco no tiene corazón. En primer lugar, uno puede compartir los valores cursis de Tolki, pero puede sentir repugnancia por el sonido del disco. Otra opción puede ser no compartir esos valores y apreciar la música. Se pueden hacer múltiples combinaciones. Pero lo que no se puede hacer –y eso debería entender el dizque buena onda de Tolkki- es juzgar a la gente sólo porque no le gustó su disco. Él mismo lo dijo en el comunicado donde anuncia que Stratovarius se separa definitivamente:


“No es fácil decirle a alguien que no te gusta su música. A vosotros, chicos y chicas, no os gusta toda la música, ni a mi tampoco. Ni a Timo Kotipelto”.

“No soy nadie para decir lo que es buena y mala música, pero puedo decir la música que me gusta. Y el material de Timo Kotipelto simplemente no me atrae”

Y así como no es nadie para decir qué es buena o mala música, tampoco es alguien para decir quién tiene corazón (lo que sea que eso signifique) y quién no. La historia es lo de menos. Yo no planeo leerla, pero si por alguna razón lo hago en un futuro, que el bobo de Tolkki no crea que sólo por leer su magnífica obra cambiaré de opinión musical. Por ejemplo, la mitad de las letras de canciones de power metal son ridículas, y sólo hablan de dragones escondidos en el bosque de la perdición custodiado por el druida del destino, pero al menos la música suena bien. “Save us now” es una canción magnífica de Edguy que habla sobre un conejito alienígena que toca la batería muy rápido, y que por sí misma es mejor que cualquier cosa que haya compuesto Tolkki en su patética ópera clásica rock (hola, el rock necesita guitarras eléctricas, sí o sí).


Lo de este señor no son más que lloriqueos y una muestra de su enorme déficit de inteligencia. O es que simplemente el tratamiento durante su crisis nerviosa antes, durante y después del disco “Stratovarius”, no le dio ningún resultado. De ese modo sería bueno canalizarlo con algún buen psicólogo o a algún centro de atención a niños índigo, porque seguramente él se ha de considerar uno.

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